Ver el alma en cada ser es un acto sagrado

Ver el alma en cada ser es un acto sagrado.
Es mirar con los ojos del espíritu,
y reconocer la chispa divina
que habita en formas diversas,
hasta en las estrellas.

Pero también es cierto…
Que hay cuerpos que caminan vacíos,
almas que se han dormido, perdido, o que son malas por qué eligieron serlo.

Presencias que eligieron apagar su luz,
renunciar a la verdad y abrazar el control,
del ego, del engaño, de la mentira…
Eligieron la maldad por elección.

Y aunque la compasión las ve,
también la sabiduría las reconoce y dice:
no todo lo que respira está despierto,
no todo lo que se mueve tiene alma presente.

Por eso, quien ve el alma en todo ser
también sabe discernir cuándo el alma ya no habita,
cuándo la conexión se ha cortado,
y cuándo es necesario alejarse,
protegerse o orar desde lejos.

Porque ver el alma no es idealizar.
Es amar con verdad y no con ingenuidad.

Reflexión y contexto

Vivimos en un mundo donde muchas personas sienten con razón, que todo ser vivo guarda una chispa de alma. Y eso es algo bello y sagrado. Pero también es importante decir lo que a veces cuesta aceptar: no todo lo que respira está conectado con su alma. Hay seres que han apagado su luz interior y muchos desgraciadamente por decisión propia, porque encontraron placer en la maldad que nunca satisface y tarde o temprano te consume y desaparece, convirtiendolos en una nada sin algo, en una inexistencia absoluta de la que no podrán salir y algún día suplicaran por existir y recordarán que tuvieron su existencia y no la valoraron, eligiendo el vacío y la nada que no es algo. Eligiendo la oscuridad, la ceguera que si es ciega de verdad, la tristeza sin fin, el ahogamiento que nunca deja de ahogar, el dolor que no para de doler… La cosecha que sembraron se hizo fiel y les quebranto.

Esta reflexión nace del deseo de unir ternura, discernimiento y verdad, de ver con los ojos del corazón, pero también con los pies en la tierra.
Porque amar lo sagrado no significa negar la oscuridad. Y ver el alma en los demás también implica saber cuándo no está presente.

Dejemos habitar a Dios que es amor en nuestros corazones, el amor es una forma de vida, pero también es la magnificencia absoluta de la inteligencia, eso es Dios = Amor.

Que la maldad nunca os arrastre ni os toque, protegeros con inteligencia, con la inteligencia consciente del amor.

Gema Bárbara P. Rosés