El PSOE recrimina al alcalde de Orihuela que no cese al concejal de Cultura
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Orihuela, entre el olvido y la oportunidad

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Orihuela, entre el olvido y la oportunidad

Artículo de opinión de Aynara Navarro Juan, Secretaria de Organización del PSOE de Orihuela

Al término de este curso político y alcanzado ya el ecuador de la legislatura, no basta con un balance estadístico ni con la contabilidad de los daños. Se impone —por higiene democrática y por respeto a la ciudadanía— un ejercicio de reflexión crítica. No como trámite, sino como advertencia. Porque Orihuela no está siendo gobernada: está siendo degradada.

El actual gobierno local, formado por PP y VOX, no ha ofrecido estabilidad ni rumbo. En lugar de gobernar, han implantado una lógica de regresión ideológica que ha paralizado a Orihuela. Lo que debería ser una administración moderna y plural se ha convertido en una maquinaria al servicio de intereses opacos y estrategias partidistas, donde la imposición doctrinal ha sustituido al bien común.

El alcalde, Pepe Vegara, encarna esta ausencia de liderazgo. Su gestión se limita a la obediencia, sin autonomía ni visión para abordar los desafíos reales del municipio. No basta con ocupar el cargo: se necesita dirección, valentía y un proyecto transformador que reconozca la complejidad territorial, social y económica de Orihuela.

Ejemplos de esta degradación sobran. El escándalo en la Concejalía de Cultura, con supuestas amenazas y más supuestas manipulaciones de actas, es solo una muestra de una política basada en el clientelismo y la impunidad. No hubo sanciones, ni explicaciones, solo encubrimiento. Esta actitud revela una manera de ejercer el poder que desprecia la transparencia y la inteligencia colectiva.

Simultáneamente, se han eliminado referencias culturales y democráticas esenciales: versos de Miguel Hernández, memoria histórica, apoyo a colectivos sociales. Se impone una involución ideológica, más preocupada por censurar que por construir. ¿Gobierna un Ayuntamiento o un comité censor?
La gestión de los servicios públicos tampoco escapa al deterioro. La limpieza, por ejemplo, ha sido objeto de una privatización encubierta, mal gestionada y sin resultados. Se han creado estructuras paralelas, con asesores caros pero sin mejoras tangibles. Mientras tanto, la ciudadanía desconoce en qué se emplea su dinero.

Orihuela Costa es el reflejo más evidente del abandono. Una zona con potencial turístico y económico, convertida en un desierto de promesas rotas: calles sin mantenimiento, urbanizaciones en ruinas, contratos incumplidos. Solo tras meses de presión se ha optado por una gestión directa, pero tarde y sin convicción.

Las pedanías, por su parte, han sido marginadas sistemáticamente. Caminos de tierra, centros sociales vacíos, consultorios olvidados. No aparecen ni en los discursos ni en los presupuestos. Es una decisión política: en esta Orihuela, hay ciudadanos de primera… y de tercera.
Tampoco el casco histórico se salva. Mientras se presume de patrimonio, se ignora su deterioro real. Por mucho repetir la palabra “rehabilitación” las piedras no se van a responder solas.

Los presupuestos aprobados son un insulto a la inteligencia. No han recogido ni una sola enmienda de la oposición. Inflan previsiones, acumulan deuda y luego incumplen sistemáticamente. No gobiernan: simulan. Y en la política, como en la vida, quien solo finge, fracasa.

La actividad institucional se ha vaciado de contenido. Concejalías reducidas a protocolo, con una obsesión por las apariencias: fotos, bandas, desfiles. Orihuela no necesita más escaparates: necesita políticas concretas y soluciones reales. Las fiestas son importantes, pero no sustituyen el progreso.

Lo más preocupante es que quienes gobiernan no creen en Orihuela. Creen en su retórica, en sus cuotas de poder, en su cruzada ideológica. Pero no creen en la ciudadanía, ni en la política como herramienta de transformación. Esta falta de fe en el potencial común es el mayor obstáculo al desarrollo.

Llega agosto, ese mes donde hasta los errores se toman vacaciones. Pero Orihuela permanece atrapada en su “Día de la marmota”: promesas recicladas, folclore como disfraz de gestión y una ligereza política que empieza a ser alarmante. La neolengua del pacto PP-VOX ha llegado para quedarse: donde hay recortes, ellos dicen libertad; donde hay sumisión, pronuncian responsabilidad.

En septiembre volverán los plenos y los discursos huecos. Pero nosotros no volveremos: nunca nos fuimos. Estaremos, como siempre, donde debemos estar: defendiendo la verdad, siendo incómodos y proponiendo un modelo distinto.

Porque esta derecha histriónica y esta ultraderecha disfrazada no se combaten con cortesía, sino con convicción. Y en 2027, no solo nos tendrán enfrente. Nos tendrán

 

Aynara Navarro Juan

Secretaria de Organización del PSOE de Orihuela

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